miércoles, 18 de junio de 2014

REQUIEM POR ZAMORA.

UN PEQUEÑO HOMENAJE A MI MAESTRO DE PERIODISMO Y GRAN SER HUMANO.



Aunque lo conocí casi una década después,  ya desde que era un niño sabía de él por la radio que siempre me cautivó tanto. En la casa  mi mamá sintonizaba Radio Reloj, en busca de que yo no llegara tarde  cuando se acercaba la hora de  caminar hacia la escuela.  Ya me era familiar y yo casi que repetía con el locutor el pie de firma del periodista, cuando decía desde Camagüey reportó… Víctor Manuel Zamora Sorí.

Era un defensor como pocos de la cultura Camagüeyana, en una época en que ese tema, apenas aparecía en los titulares de los periódicos o de los noticieros radiales o televisivos, de la Cuba de los 70.  Vitico o Zamora era más bien delgado, alto, de un fino bigote y pelo negro y unas camisas de mangas largas que nunca se quitaba, siempre lo vi bien vestido, ya tendría unos 60 años cuando lo conocí a mediado de los 80, debido a su vocación eterna de enseñar todo cuanto sabía a los más jóvenes, y yo era uno de esos que se hizo corresponsal voluntario de los temas culturales, gracias a él, como también lo fueron muchos jóvenes de esos años, en mi querido Camagüey.

Hablaba de manera atropellada, tenías que pasar un buen tiempo escuchándolo para poder tomarle  el tiempo a lo que decía.   Entablamos una gran amistad, que en mi caso añadía admiración por él en todos los sentidos, era desprendido en todo lo que tenía,  nunca lo vi quejarse ni pedir  nada a pesar de sus estrecheces económicas.

Lo recuerdo en las mañanas  en el segundo piso de la sala de prensa de cultura  en  Teatro Principal, sentado frente a aquel viejo teletipo R.F.T de fabricación alemana y que su teclado provocaba un sonido parecido a  una ráfaga, porque encima, Zamora escribía a la misma velocidad con que hablaba.  Todo el que pasaba por un costado del Teatro Principal  decía ¨… ahí está Zamora..¨ porque aquel teletipo no paraba. 

Su afán por dar a conocer la cultura de Camagüey era ilimitado, siempre detrás de la noticia o de una crónica que resaltara la gente de su comarca,  se la enviaba a su colega y amigo  Manuel Villabella, en el periódico Adelante,  junto a su fiel su fiel amiga y secretaria Ana Barroso que lo ayudaba en todo. Siempre se entregó de cuerpo y alma a su profesión y cuya labor y obra está muy por encima de cualquier error que haya podido cometer.  Querido Zamora a dos Décadas de tu partida te sigo recordando con simpatía y cariño. Poderte evocar ha sido un privilegio.

 





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